19 de junio: el fin de una época
20-junio-2016
I
El día 11 de junio comenzaron los enfrentamientos en los diversos bloqueos carreteros que el magisterio sostiene en el estado de Oaxaca. Quizá por su tamaño y por su importancia estratégica para acceder a la capital, el de Nochixtlán acaparó desde entonces la mayor parte de la atención. Sin embargo, para esa fecha había por lo menos 19 barricadas que bloqueaban los principales caminos de la entidad. En el de Salina Cruz, al sur, los profesores convivieron en el piquete con obreros petroleros de la refinería de esa localidad. El objetivo de las barricadas fue uno: proteger la huelga magisterial que comenzó el 15 de mayo y que recientemente había sido golpeada por la detención de sus dirigentes. Ese mismo día, cerca del centro de la capital del estado los maestros se enfrentaron con la policía estatal por el control territorial de las manzanas que rodean el IEPPO, afuera del cual mantenían un campamento. Los profesores consiguieron replegar a la policía.
El día 13, un convoy de militares y policías federales arribó a Nochixtlán con el objetivo de cruzar hacia la capital y tomar el centro histórico. Los pobladores salieron de sus casas a reforzar la barricada. Federales y militares se retiraron sin presentar batalla. El magisterio levantó barricadas por toda la ciudad, que quedó definitivamente bajo su control. Los bloqueos se reforzaron por todo el estado, se suscitaron enfrentamientos y en todos ellos se doblegó a las fuerzas del Estado. El 17 de junio por la tarde los federales reanudaron la ofensiva. Nochixtlán fue atacada por tres frentes, autobuses y motocicletas ardieron; la lluvia de piedras fue irresistible y los policías emprendieron de nuevo la retirada. No así en Salina Cruz, donde cantidades excesivas de gas lacrimógeno replegaron a maestros, petroleros y campesinos que se batieron casi toda la noche. El objetivo del Estado era recuperar las pipas de combustible que la barricada mantenía resguardadas.
Desde el día 12 detuvieron a Rubén Núñez y Francisco Manuel Villalobos, secretario y subsecretario de la sección 22 de la CNTE, pero ya en mayo detuvieron al líder regional y agitador, militante del Partido Obrero Socialista, Heriberto Margariño López.
II
El 19 de junio por la mañana un inmenso contingente de policías federales y estatales sorprendió al pueblo de Nochixtlán con una brutal ofensiva. Aunque los pobladores resistieron algunas unas horas, la balanza se volteó cuando los agentes comenzaron a accionar rifles automáticos y pistolas en su contra. Los audios disponibles en internet dan cuenta de la angustia vivida por quienes sostuvieron las barricadas: “nos están disparando, traen armas de fuego, necesitamos apoyo.” Tres guerreros fueron abatidos por las balas, el bloqueo de Nochixtlán cayó y la policía abrió el camino hacia la ciudad de Oaxaca.
A las 5 de la tarde del mismo día comenzó la batalla de clases más impresionante que ha tenido lugar en la historia reciente de nuestro país. Un periodista con temple de acero, Uriel Rodríguez, consiguió transmitir por Periscope la mayor parte del enfrentamiento en Hacienda Blanca, a las afueras de la capital oaxaqueña. Sabemos por su transmisión que se batieron en esa carretera miles de héroes armados con palos y piedras contra un inmenso contingente de federales que se renovaba constantemente. Entre las 6:30 y las 7:30 de la tarde, los maestros y pobladores echaron para atrás a la policía, que retrocedió un kilómetro atrás del crucero de Viguera. Ahí la batalla se prolongó por horas. Además de la transmisión mencionada, contamos con los testimonios de dos camaradas de nuestra organización que se encuentran en estos momentos en Oaxaca. Desde las trincheras, nuestros camaradas reportaron y documentaron con videos y fotografías—sumándose a las que proliferan por la red— una verdadera zona de guerra, con barricadas incendiadas por doquier, explosiones que no cesaron un solo minuto, nubes inmensas de humo y gas que subían hasta el cielo. Prácticamente sin habla, Rodríguez comentó que la mezcla de gas lacrimógeno, humo de llantas y demás material de las barricadas y pólvora, hicieron que el aire fuera prácticamente irrespirable. Dos helicópteros federales descendieron a escasos diez metros de los maestros para aterrorizarlos, “cada vez que baja lanza cuatro bombas de gas y aturdidoras”, comentó otro periodista. Pero lo único que no hubo del lado de los maestros es miedo, todavía cerca de las 8 de la noche fueron para adelante y sólo comenzaron a retroceder debido a la exagerada cantidad de gas y porque, de nuevo, la policía utilizó cada vez más armas de fuego.
Ya en el crucero de Vigueras la gente que esperó a los federales era una multitud. La batalla se reavivó, el sonido de los rifles automáticos fue inconfundible y cayó al suelo un joven, un niño no mayor de 20 años cuyo nombre aún desconocemos. Una bala policial en el estómago acabó con su vida. La policía no pudo pasar del crucero hacia las avenidas que a él llegan, la lucha se prolongó por otra hora más. En determinado momento, los federales encontraron una avenida despejada e hicieron avanzar por ella los camiones que transportaba al grueso de ellos. Los maestros los persiguieron pero fueron frenados con más gas. Para entonces las balas de fuego mataron a cinco personas en el crucero de Vigueras. La policía consiguió pasar, pero ese ejército de hombres libres siguió en pie, no fue vencido.
De madrugada, ninguno de los rumores sobre presencia policial en el Centro Histórico se confirmó. La policía resguardó el IEPPO pero no tuvo el control de la ciudad. La lucha extenuó a los dos bandos. Hoy 20 de junio por la mañana una megamarcha magisterial inundó las calles del centro y nuestros camaradas nos informaron que se construyó de nuevo la barricada de Nochixtlán.
III
Dos conclusiones debemos de sacar de lo que ha acontecido en los últimos días.
Desde que los plantones de la CNTE en la Ciudad de México fueron sistemáticamente removidos por la policía durante la segunda mitad de mayo, el gobierno trazó el rumbo de la coyuntura; no habrá espacio alguno para el diálogo y la estrategia que la dirigencia de la Coordinadora ha mantenido desde los años noventa, la de negociación-movilización-negociación, se vio duramente cuestionada por los hechos. En ese marco, la detención de los dirigentes a principios de junio confirmó la posición del Estado no sólo de negativa rotunda a cualquier mínima negociación, sino de atacar al magisterio y acorralarlo de tal modo que la movilización resulte también imposible.
El envío de inmensos contingentes policiales a tomar el estado de Oaxaca es otra medida con el mismo objetivo. La Sección 22 es el corazón del magisterio disidente y liquidarla es un paso necesario para la imposición de la Reforma Educativa. Liquidarla significa liquidarla políticamente, pero eso pasa necesariamente por su liquidación física, y eso significa asesinar y encarcelar a sus militantes. La toma del estado de Oaxaca es el primer paso de esa liquidación.
Es entonces el fin de una época. Si el corporativismo mexicano ocupaba zanahorias y garrotes, las zanahorias ya se acabaron. Eso es, a fin de cuentas, la crisis capitalista. Los empresarios que ordenaron la Reforma Educativa no están dispuestos a posponerla un segundo más porque no están dispuestos a perder un solo centavo más; si antes podían darse ese lujo, hoy la realidad es distinta. Es el final de un ciclo largo, del de una forma concreta de la dominación de clases que permitió la cesión de algunos derechos a cambio de obediencia política. Hoy la obediencia política es el único lado de la ecuación y la respaldan los rifles R-15 que ayer asesinaron a ocho personas en Oaxaca.
IV
Pero el mismo hecho que marca el cambio de época nos muestra también otra cara de la misma transformación. Los derechos que en el pasado tenían los trabajadores no cayeron del cielo luminoso de la gracia patronal, sino que fueron conquistados a sangre y fuego. De esas luchas encarnizadas surgieron movimientos democráticos no insertos en la estructura estatal, que por sus propios medios aprendieron a combatir al Estado y arrancarle esa parte de la renta del capital que conocemos como derechos sociales. La CNTE es quizá el ejemplo más claro, y aunque sus bases se habían conformado hasta ahora, generalmente, con la estrategia negociadora, nunca perdieron el norte de la independencia organizativa y política, la democracia interna y el principio asambleario. De ahí que en estos últimos días, cuando el Estado mostró los dientes afilados del capitalismo militar y encerró a sus dirigentes, los maestros emprendieran una serie de acciones cuya envergadura no había sido prevista ni por ese Estado ni por la propia Comisión Política del sindicato. Los 16 piquetes de huelga en todo el estado y la combatividad de cada uno de ellos, la resistencia que ayer presentaron ante un gigantesco ejército de policías armados, su tenacidad ante una cantidad infame y desmedida de gas lacrimógeno, bombas sonoras, balas de goma y balas de verdad, son el producto de esa independencia política y de los procesos de lucha que la forjaron durante décadas.
Entonces, la CNTE respondió al cambio de época con las armas adquiridas en la época anterior y consiguió sobrevivir al primer intento del Estado por liquidarla física y políticamente. Pero esas armas están marcadas por los objetivos que las crearon y limitadas por ellos. La conquista de derechos en la época pasada partía siempre de una lucha gremial y sectorial, no de una lucha de la clase trabajadora entera. Si la independencia política debe resignificarse de acuerdo con la nueva época, debe apuntar a romper con esos objetivos y a trascenderlos hacia los objetivos que hermanan a toda la clase. En estas condiciones, es cuestión de tiempo el que un grupo de policías más numeroso y mejor armado doblegue definitivamente a los guerreros del magisterio. Los maestros deben comprender de una vez que la única forma de triunfar sobre esos ejércitos es conformando una alianza con todos los trabajadores que han sido golpeados con las reformas, aquellos que estratégicamente pueden asestarle golpes letales a la patronal y a su Estado. Esto significa presentar a la Reforma Educativa no sólo como un ataque a la educación pública y gratuita y a los derechos de los maestros, sino como parte de una baja general de los salarios de todos los trabajadores, a través del despido masivo de profesores, que se empata con los efectos del resto de las reformas. Pero sobre todo, significa usar la independencia política no sólo para resistir heroicamente la sentencia de muerte dictada por el Estado, sino para convertir al magisterio en un ejército inmenso de brigadistas que hagan labor de agitación en los centros de trabajo de los sectores económicos más estratégicos del país: el petrolero, el eléctrico, el minero, etc. Convertir la independencia política del magisterio en la lucha independiente de la clase obrera debe ser el objetivo prioritario de los maestros en pie de lucha.
En ese sentido, es fundamental el apoyo que reciba la CNTE en el resto del país. Es necesario que las secciones IX y X secunden de inmediato el paro indefinido de la XXII, así como los profesores de todas las ciudades importantes. También es necesario que los trabajadores y estudiantes de todo el sector educativo se sumen a ese paro en la medida de sus posibilidades, con tomas de escuelas y levantamiento de barricadas aún en este periodo vacacional. La única forma de romper la espina dorsal de la represión y de frenar las reformas es expandiendo la huelga magisterial a cada rincón del país, pues la huelga es el arma más poderosa del movimiento obrero y hoy en día es la única que le queda. El 19 de junio clausuró finalmente una época, cerró para siempre las puertas de la negociación, pero inauguró un tiempo nuevo y abrió la puerta de un nuevo rumbo: el de la independencia política de la clase obrera como única estrategia para derrotar al capital.
El día 11 de junio comenzaron los enfrentamientos en los diversos bloqueos carreteros que el magisterio sostiene en el estado de Oaxaca. Quizá por su tamaño y por su importancia estratégica para acceder a la capital, el de Nochixtlán acaparó desde entonces la mayor parte de la atención. Sin embargo, para esa fecha había por lo menos 19 barricadas que bloqueaban los principales caminos de la entidad. En el de Salina Cruz, al sur, los profesores convivieron en el piquete con obreros petroleros de la refinería de esa localidad. El objetivo de las barricadas fue uno: proteger la huelga magisterial que comenzó el 15 de mayo y que recientemente había sido golpeada por la detención de sus dirigentes. Ese mismo día, cerca del centro de la capital del estado los maestros se enfrentaron con la policía estatal por el control territorial de las manzanas que rodean el IEPPO, afuera del cual mantenían un campamento. Los profesores consiguieron replegar a la policía.
El día 13, un convoy de militares y policías federales arribó a Nochixtlán con el objetivo de cruzar hacia la capital y tomar el centro histórico. Los pobladores salieron de sus casas a reforzar la barricada. Federales y militares se retiraron sin presentar batalla. El magisterio levantó barricadas por toda la ciudad, que quedó definitivamente bajo su control. Los bloqueos se reforzaron por todo el estado, se suscitaron enfrentamientos y en todos ellos se doblegó a las fuerzas del Estado. El 17 de junio por la tarde los federales reanudaron la ofensiva. Nochixtlán fue atacada por tres frentes, autobuses y motocicletas ardieron; la lluvia de piedras fue irresistible y los policías emprendieron de nuevo la retirada. No así en Salina Cruz, donde cantidades excesivas de gas lacrimógeno replegaron a maestros, petroleros y campesinos que se batieron casi toda la noche. El objetivo del Estado era recuperar las pipas de combustible que la barricada mantenía resguardadas.
Desde el día 12 detuvieron a Rubén Núñez y Francisco Manuel Villalobos, secretario y subsecretario de la sección 22 de la CNTE, pero ya en mayo detuvieron al líder regional y agitador, militante del Partido Obrero Socialista, Heriberto Margariño López.
II
El 19 de junio por la mañana un inmenso contingente de policías federales y estatales sorprendió al pueblo de Nochixtlán con una brutal ofensiva. Aunque los pobladores resistieron algunas unas horas, la balanza se volteó cuando los agentes comenzaron a accionar rifles automáticos y pistolas en su contra. Los audios disponibles en internet dan cuenta de la angustia vivida por quienes sostuvieron las barricadas: “nos están disparando, traen armas de fuego, necesitamos apoyo.” Tres guerreros fueron abatidos por las balas, el bloqueo de Nochixtlán cayó y la policía abrió el camino hacia la ciudad de Oaxaca.
A las 5 de la tarde del mismo día comenzó la batalla de clases más impresionante que ha tenido lugar en la historia reciente de nuestro país. Un periodista con temple de acero, Uriel Rodríguez, consiguió transmitir por Periscope la mayor parte del enfrentamiento en Hacienda Blanca, a las afueras de la capital oaxaqueña. Sabemos por su transmisión que se batieron en esa carretera miles de héroes armados con palos y piedras contra un inmenso contingente de federales que se renovaba constantemente. Entre las 6:30 y las 7:30 de la tarde, los maestros y pobladores echaron para atrás a la policía, que retrocedió un kilómetro atrás del crucero de Viguera. Ahí la batalla se prolongó por horas. Además de la transmisión mencionada, contamos con los testimonios de dos camaradas de nuestra organización que se encuentran en estos momentos en Oaxaca. Desde las trincheras, nuestros camaradas reportaron y documentaron con videos y fotografías—sumándose a las que proliferan por la red— una verdadera zona de guerra, con barricadas incendiadas por doquier, explosiones que no cesaron un solo minuto, nubes inmensas de humo y gas que subían hasta el cielo. Prácticamente sin habla, Rodríguez comentó que la mezcla de gas lacrimógeno, humo de llantas y demás material de las barricadas y pólvora, hicieron que el aire fuera prácticamente irrespirable. Dos helicópteros federales descendieron a escasos diez metros de los maestros para aterrorizarlos, “cada vez que baja lanza cuatro bombas de gas y aturdidoras”, comentó otro periodista. Pero lo único que no hubo del lado de los maestros es miedo, todavía cerca de las 8 de la noche fueron para adelante y sólo comenzaron a retroceder debido a la exagerada cantidad de gas y porque, de nuevo, la policía utilizó cada vez más armas de fuego.
Ya en el crucero de Vigueras la gente que esperó a los federales era una multitud. La batalla se reavivó, el sonido de los rifles automáticos fue inconfundible y cayó al suelo un joven, un niño no mayor de 20 años cuyo nombre aún desconocemos. Una bala policial en el estómago acabó con su vida. La policía no pudo pasar del crucero hacia las avenidas que a él llegan, la lucha se prolongó por otra hora más. En determinado momento, los federales encontraron una avenida despejada e hicieron avanzar por ella los camiones que transportaba al grueso de ellos. Los maestros los persiguieron pero fueron frenados con más gas. Para entonces las balas de fuego mataron a cinco personas en el crucero de Vigueras. La policía consiguió pasar, pero ese ejército de hombres libres siguió en pie, no fue vencido.
De madrugada, ninguno de los rumores sobre presencia policial en el Centro Histórico se confirmó. La policía resguardó el IEPPO pero no tuvo el control de la ciudad. La lucha extenuó a los dos bandos. Hoy 20 de junio por la mañana una megamarcha magisterial inundó las calles del centro y nuestros camaradas nos informaron que se construyó de nuevo la barricada de Nochixtlán.
III
Dos conclusiones debemos de sacar de lo que ha acontecido en los últimos días.
Desde que los plantones de la CNTE en la Ciudad de México fueron sistemáticamente removidos por la policía durante la segunda mitad de mayo, el gobierno trazó el rumbo de la coyuntura; no habrá espacio alguno para el diálogo y la estrategia que la dirigencia de la Coordinadora ha mantenido desde los años noventa, la de negociación-movilización-negociación, se vio duramente cuestionada por los hechos. En ese marco, la detención de los dirigentes a principios de junio confirmó la posición del Estado no sólo de negativa rotunda a cualquier mínima negociación, sino de atacar al magisterio y acorralarlo de tal modo que la movilización resulte también imposible.
El envío de inmensos contingentes policiales a tomar el estado de Oaxaca es otra medida con el mismo objetivo. La Sección 22 es el corazón del magisterio disidente y liquidarla es un paso necesario para la imposición de la Reforma Educativa. Liquidarla significa liquidarla políticamente, pero eso pasa necesariamente por su liquidación física, y eso significa asesinar y encarcelar a sus militantes. La toma del estado de Oaxaca es el primer paso de esa liquidación.
Es entonces el fin de una época. Si el corporativismo mexicano ocupaba zanahorias y garrotes, las zanahorias ya se acabaron. Eso es, a fin de cuentas, la crisis capitalista. Los empresarios que ordenaron la Reforma Educativa no están dispuestos a posponerla un segundo más porque no están dispuestos a perder un solo centavo más; si antes podían darse ese lujo, hoy la realidad es distinta. Es el final de un ciclo largo, del de una forma concreta de la dominación de clases que permitió la cesión de algunos derechos a cambio de obediencia política. Hoy la obediencia política es el único lado de la ecuación y la respaldan los rifles R-15 que ayer asesinaron a ocho personas en Oaxaca.
IV
Pero el mismo hecho que marca el cambio de época nos muestra también otra cara de la misma transformación. Los derechos que en el pasado tenían los trabajadores no cayeron del cielo luminoso de la gracia patronal, sino que fueron conquistados a sangre y fuego. De esas luchas encarnizadas surgieron movimientos democráticos no insertos en la estructura estatal, que por sus propios medios aprendieron a combatir al Estado y arrancarle esa parte de la renta del capital que conocemos como derechos sociales. La CNTE es quizá el ejemplo más claro, y aunque sus bases se habían conformado hasta ahora, generalmente, con la estrategia negociadora, nunca perdieron el norte de la independencia organizativa y política, la democracia interna y el principio asambleario. De ahí que en estos últimos días, cuando el Estado mostró los dientes afilados del capitalismo militar y encerró a sus dirigentes, los maestros emprendieran una serie de acciones cuya envergadura no había sido prevista ni por ese Estado ni por la propia Comisión Política del sindicato. Los 16 piquetes de huelga en todo el estado y la combatividad de cada uno de ellos, la resistencia que ayer presentaron ante un gigantesco ejército de policías armados, su tenacidad ante una cantidad infame y desmedida de gas lacrimógeno, bombas sonoras, balas de goma y balas de verdad, son el producto de esa independencia política y de los procesos de lucha que la forjaron durante décadas.
Entonces, la CNTE respondió al cambio de época con las armas adquiridas en la época anterior y consiguió sobrevivir al primer intento del Estado por liquidarla física y políticamente. Pero esas armas están marcadas por los objetivos que las crearon y limitadas por ellos. La conquista de derechos en la época pasada partía siempre de una lucha gremial y sectorial, no de una lucha de la clase trabajadora entera. Si la independencia política debe resignificarse de acuerdo con la nueva época, debe apuntar a romper con esos objetivos y a trascenderlos hacia los objetivos que hermanan a toda la clase. En estas condiciones, es cuestión de tiempo el que un grupo de policías más numeroso y mejor armado doblegue definitivamente a los guerreros del magisterio. Los maestros deben comprender de una vez que la única forma de triunfar sobre esos ejércitos es conformando una alianza con todos los trabajadores que han sido golpeados con las reformas, aquellos que estratégicamente pueden asestarle golpes letales a la patronal y a su Estado. Esto significa presentar a la Reforma Educativa no sólo como un ataque a la educación pública y gratuita y a los derechos de los maestros, sino como parte de una baja general de los salarios de todos los trabajadores, a través del despido masivo de profesores, que se empata con los efectos del resto de las reformas. Pero sobre todo, significa usar la independencia política no sólo para resistir heroicamente la sentencia de muerte dictada por el Estado, sino para convertir al magisterio en un ejército inmenso de brigadistas que hagan labor de agitación en los centros de trabajo de los sectores económicos más estratégicos del país: el petrolero, el eléctrico, el minero, etc. Convertir la independencia política del magisterio en la lucha independiente de la clase obrera debe ser el objetivo prioritario de los maestros en pie de lucha.
En ese sentido, es fundamental el apoyo que reciba la CNTE en el resto del país. Es necesario que las secciones IX y X secunden de inmediato el paro indefinido de la XXII, así como los profesores de todas las ciudades importantes. También es necesario que los trabajadores y estudiantes de todo el sector educativo se sumen a ese paro en la medida de sus posibilidades, con tomas de escuelas y levantamiento de barricadas aún en este periodo vacacional. La única forma de romper la espina dorsal de la represión y de frenar las reformas es expandiendo la huelga magisterial a cada rincón del país, pues la huelga es el arma más poderosa del movimiento obrero y hoy en día es la única que le queda. El 19 de junio clausuró finalmente una época, cerró para siempre las puertas de la negociación, pero inauguró un tiempo nuevo y abrió la puerta de un nuevo rumbo: el de la independencia política de la clase obrera como única estrategia para derrotar al capital.
Izquierda Revolucionaria Internacionalista
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